En el matadero había un «matachín» que se encargaba de matar al cerdo. Luego el cerdo se lavaba y más tarde llevaban la carne a casa después de la prueba del veterinario. Su madre era la que hacía el mondongo. Daban un presente de la matanza a las vecinas o a los que les ayudaban. Ese día hacían un almuerzo especial con los vecinos.