El suelo de la casa familiar era de ladrillo rojo, sobre los que se aplicaba una lilina para potenciar el color. Con trapos atados a una escoba, «pasaban el trapo» a conciencia por toda la casa, obteniendo un resultado brillante, mientras el fregado se hacía de rodillas. El día de la recogida de la paja en el somero, era un día especialmente duro con respecto a la limpieza. El blanqueamiento de la casa se hacía una vez al año, encalando el interior de las habitaciones y facilitar la limpieza. Generalmente se hacía en torno al día de la Magdalena.