Cuando Nieves era pequeña su madre ya lavaba la ropa en casa, pero comenta que ella iba al lavadero con cualquier trapo con las amigas para pasar el rato. Su suegra sí que solía ir mucho a los lavaderos. Había varios lavaderos en el pueblo, uno en el Rabal, otro en la plaza y se dice que, donde la fuente vieja, hay un lavadero que está cubierto de tierra. En su casa se barría y se fregaba todos los días la cocina, ella no recuerda ver a nadie fregar el suelo de rodillas. Su padre encalaba las paredes para mantenerlas limpias. Elaboraban jabones con aceite usado y sosa caustica. Cuenta una anécdota: su abuela María se quemó los ojos haciendo jabón.