El lavado de la ropa se hacía a mano, pero en casa. En tiempos de sequías, sin agua corriente, tenían que bajar a los pozos a por agua a primera hora de la mañana. Las vecinas del pueblo iban a la fuente de la plaza, junto al convento, mientras las vecinas del arrabal iban a otra fuente que siempre tenía agua. Pilar recuerda una pelea entre dos mujeres en la fuente, en una ocasión en la que fue a aclarar la ropa de la colada.