Las fiestas de Viana eran, para Pilar, muy bonitas. El padre de Pilar no las dejaba salir, ni el primer día ni el último, por ser «de putas» el primero, y «de borrachos» el segundo. Las fiestas comenzaban con el chupinazo y la corporación municipal saludando al pueblo. La comparsa de los gigantes y la banda recorrían el pueblo para, esa misma tarde, trasladar a la Magdalena a la iglesia para la misa de vísperas. La primera noche de fiestas comenzaban las vaquillas, animadas con música y tras las vaquillas, quien podía, iban a los conciertos. Eran muchas horas seguidas de fiesta, por lo que no todo el mundo podía disfrutar de todos los actos y actividades de las fiestas. Recuerda una anécdota de su marido de la carrera de sacos.