La Guerra «no entró» en Viana, aunque sí había guerras abiertas y deliberadas entre personas del pueblo que recibían denuncias. Una mujer con tres hijos fue fusilada por sus convicciones políticas y, pocos días después, también fusilaron a su marido que no había intervenido nunca en política. Entre esas denuncias, la mayoría estaban relacionadas con envidias o planes de negocios, enriqueciéndose una parte del pueblo gracias a la «desaparición» de los represaliados o sus recursos.