Si una mujer quedaba embarazada sin estar casada, la familia era señalada y avergonzada. Recuerda a una prima suya que se marchó a trabajar a San Sebastián, quedándose embarazada. Su prima daría a luz en Pamplona, falleciendo a los 8 años después de nacer su hijo. Tras fallecer, su hijo sería enviado a Viana donde acabaría siendo aceptado por su familia. La vigilancia familiar era constante sobre las mozas, para evitar que quedasen embarazadas, a pesar de no recibir ningún tipo de información, ni si quiera por la menstruación.