Cuando era adolescente y tras regresar de Lekeitio, los jóvenes solían ir a un bar en el que había un tocadiscos y con monedas podían poner el disco que quisieran y se ponían a bailar. También había baile todos los domingos en la plaza. Cuando eran algo más mayores podían ir al baile privado que había. Comenta que su marido la conquistó bailando, porque lo hacía muy bien, al igual que su suegra, natural de Bilbao. Cuenta cómo conoció a su marido, empezaron a conocerse bailando y con tantos bailes acabaron siendo novios. Llevan 52 años casados.