Nieves comenta que cuando su madre trabajaba en Correos, su madre organizaba a los hijos para que repartieran las cartas por los distintos barrios del pueblo. Cuando su madre falleció la situación cambió por completo y su padre no se podía encargar de todo. Nieves se tuvo que quedar al frente de la casa, pero ella tenía otros sueños, quería ser cocinera y aprender el oficio en Barcelona. Nieves nunca ha podido trabajar y no porque ella no quisiera. Nieves se buscó un trabajo cosiendo calzado que lo podía hacer desde casa y así estuvo durante varios años, hasta que decidió empezar a vender calzado.