Comenta que su calle estaba sin cementar y era de barro. Desde el portal de San Felices hacía el centro del pueblo las calles ya estaban cementadas y tenían una pequeña acera. Cuenta una anécdota de su padre y el día de la Comunión. Relata que había mujeres que echaban el orinal por la ventana y le podía caer a alguien encima. También recuerda a dos mujeres que orinaban en medio de la calle y se limpiaban con las sayas. Las calles se asfaltaron en comunal y su futuro marido fue de parte de su padre. De cada casa tuvo que trabajar un hombre.