Su padre elaboraba pelotas y con 90 años le hizo la última a Nieves, aunque las puntadas no estaban tan bien como las solía hacer por la edad. A su padre le gustaba hacer pelotas y las hacía por encargo. Básicamente vendía las pelotas para cubrir los gastos de los materiales. Una pelota desde cero necesita una pelota pequeña, estilo a las de ping-pong, a la que le ponen gomas y una capa de cuero que tiene que encajar perfectamente con la medida y después se cosía. Muestra la pelota a la cámara y la cuida con mucha estima. Su padre enseñó a Nieves a hilar y cuenta que de pequeña se hacía cuerdas para saltar a la comba.