En San Blas, acudían a la misa con roscos grandes para bendecirlos y, si bien se conserva, no tiene la importancia que tuvo antaño. En San José todos los hombres solían ir a misa en traje y comulgar. En San Antón, el cura imparte la bendición, aunque antes se llevaba algo de alimento para el ganado para que lo bendijesen. En San Antón también se hacían hogueras y, finalmente, una cena vecinal. En la fiesta de La Magdalena, sacan a la patrona en procesión, acompañada por la Corporación Municipal, la comparsa de gigantes y la banda, interpretándose varias jotas. Los auroros solían cantar en todas las fiestas tradicionales, saliendo a las 7 de la mañana y Pilar recuerda la aurora del Día de La Inmaculada. En Todos los Santos se acude al cementerio y, en Todos los Difuntos, se reza el rosario. La fiesta de San Martín se ha perdido a través de los años en los que su ermita ha estado abandonada, aunque se sigue celebrando una procesión.